Atando Cabos
Emelec por un lado y Barcelona por el otro, lo único que los ata es el Cabo Rojeño. Es el bar emblemático de la zona, eso fue lo que me dijo Luis Carlos Mussó, poeta guayaquileño y mi profesor de Literatura de Hispanoecuatoriana Actual. A veces las clases se vuelven tediosas dentro del aula universitaria y pocos profesores como Luis Carlos prefieren salir del espacio institucional y probar un nuevo ambiente, en el cual se hace más que compartir ideas de los textos leídos, sino formar relaciones interpersonales.
Rumba y sabor es lo que se percibe en este bar salsero que frecuentan escritores, poetas, futbolistas y adeptos a la salsa. Con dos salas diferentes que respectivamente ocupan los equipos de fútbol por excelencia en Guayaquil. Una llena de figuras de los jugadores simbólicos de Emelec y otra de Barcelona, el separatismo es evidente, el amarillo y el azul predominan en cada sala. Lo único que tienen en común son los televisores para ver los partidos y la música, bueno obviando la cerveza y sus dueños.
El ambiente es tan informal que entran y salen vendedores ambulantes. Primero el caramelero ofreciendo cigarrillos o mentas, luego la chica de las rosas tratándoselas de vender a los hombres que están con sus parejas. Pero el señor de las comidas es el personaje constante, con bandeja en mano se pasea por el bar mostrando sus piqueos como jamón, queso, maní, aceitunas, todos acompañados de limón y de una salsa verdaderamente picante (yo nunca la probé pero uno de mis amigos sí y casi llora).
Rumichaca entre Luis Urdaneta y Quisquis son las calles en donde está ubicado el Cabo Rojeño, que antes se permitía prohibir la entrada a mujeres al menos que lleguen acompañadas por un hombre –actitud tan machista para nuestros tiempos-, pero por lo visto no les duró. Cuando yo fui junto a mis compañeros de clase, el letrero de Prohibido las Mujeres ya no estaba ¿Pueden creerlo? Quién quiere en realidad prohibirse de la presencia del elemento femenino (también frase de mi profesor). Al parecer el cambio de actitud por parte de los dueños es reciente, porque solo cuenta con un baño cuyo letrero dice Hombres, si es que algún día llego a volver espero encontrarme con uno que diga Mujeres. O al menos un letrero con doble reverso como el de la fonda de Doña Florinda, perdón, restaurante.
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